A este viaje lo llamo; El viaje de mi vida.

Me gusta llamarlo el viaje de mi vida porque siempre soñé con él. Conocer el mundo ha sido, sin lugar a duda, la aventura que más ha movido mi corazón.

Cuando era pequeña, me sentía capaz de todo, de lograr cualquier cosa. Recuerdo que en mi mente no existían límites, soñaba con conocer el mundo y estaba segura de que lo iba a descubrir, incluso ahorraba para ello, mis alcancías siempre decían “Para recorrer el mundo”.

Con el tiempo, poco a poco esa sensación se fue desvaneciendo y ese sentimiento de ser capaz de todo y poder alcanzar mi sueño parecía más un buen recuerdo, una fantasía de niños.

El último año tuve mucho tiempo para pensar en mí y en mis sueños.  Creo que a veces solo se necesitamos tiempo para reencontrarnos con lo que somos, eso que vamos  dejando atrás a medida que nos sumergimos en la cotidianidad de los días.  

Tener tiempo para pensar en mí me permitió no solo reencontrarme con mis sueños sino sentirme otra vez capaz de ir tras ellos. Me reencontré con la Juanita que se sentía capaz de conocer el mundo y que ahorraba para eso, y decidí salir a conocerlo. No era consciente de lo desconectada que estaba de mí, hasta que me reconecte conmigo otra vez. ¡Hasta que me permití volver a soñar!

Este reencuentro me inspiró y decidí seguir mi corazón, y poner en pausa los demás “planes” y salir a cumplir el más grande de mis sueños.  

Fue una decisión muy grande, quizá la más grande que he tomado en mi vida. No será fácil y estará llena de retos, sé que tanto el camino como mi corazón estarán llenos de  montañas y valles, de subidas y bajadas, lagos y mares. Sé que tendré que cruzar desiertos y bosques, escalar cumbres y descender laderas, que estaré bajo el sol y agua, que vendrán tormentas y huracanes. Pero tengo la certeza de que al final de cada una de las rutas siempre habrá una razón para sentir que cada cada esfuerzo valió la pena.

Aunque llena de miedos e incertidumbre, decidí comprar un tiquete de avión a cualquier lugar e irme a montar en bicicleta y ver el mundo.  Podía empezar en cualquier lugar, tenía muchas opciones, tantas como países del mundo. Después de mucho buscar y pensar, y sin ninguna razón especial, compré un tiquete a Ho Chi Minh City, en Vietnam. Después de todo, la idea de empezar al otro lado del mundo hacia que todo tuviera más magia en mi corazón.

No sé exactamente cuántos kilómetros tendré que recorrer, no sé exactamente cuántos países tendré que cruzar, ni sé cuántos días esto me tomará; lo único que sé es que salí a emprender la aventura que más ha movido mi corazón.